Mía.
Sólo un maletero, cuerda y cloroformo.
Hasta que la muerte nos separe.
Los barrotes de mi mansión no lo harán.
Yo le deseaba.
Pero le rechacé.
Sólo quería que insistiera.
Y ahora mírame. Desnuda y encerrada.
No voy a tocarla.
Sé que ella me quiere.
Pero tendrá que ganárselo.
Empieza su entrenamiento.
Una esclava doméstica.
Una esposa perfecta y servicial.
Encerrada. Encadenada.
Por hoy, mañana y siempre.
Es mía.
Soy suya.
Comments