Hola, soy Claudine y esta es mi historia… Hace aproximadamente un año que mi único hijo, René, se vino a vivir conmigo tras divorciarse de su mujer Desirée. No entendí qué les pasó, hacían tan buena pareja que cuando me lo dijo no podía creerlo. Más tarde me enteré del porqué de su separación porque ella misma me lo contó, confirmando mis sospechas.
Al principio me dio mucha pena por ellos, porque se llevaban tan bien, pero a mi edad sabía que estas cosas pasaban, tras seis años de matrimonio su relación pasó por altibajos, como todas, pero esta se fue deteriorando hasta llegar al inevitable final.
Los primeros días me costó adaptarme a tenerlo en casa, pues estaba ya muy hecha a vivir sola y verlo en casa en calzoncillos con el torso descubierto me daba cierto pudor. Así como al salir de la ducha e ir a vestirme a mi cuarto, había perdido la costumbre de cerrar la puerta, lo que provocó algún encuentro inesperado mientras él pasaba por el pasillo y yo me estaba vistiendo. O igual estaba arreglándome para salir en el baño y él entraba y como si tal cosa se ponía a hacer pis, lo que me incomodaba, pues soy de naturaleza tímida y reservada.
René llevaba en paro ya más de dos años y estaba deprimido, casi no comía y se pasaba todo el día en el gimnasio o en su habitación, viendo videos en el ordenador.
Por las noches, la escena se repetía, se levantaba de la cena y se metía en su cuarto. Yo me quedaba viendo un poco la tele y luego me iba a acostar. A los pocos días de llegar empecé a oír los gemidos, al principio eran casi imperceptibles, pero poco a poco se fue confiando y terminé por escuchar los vídeos que veía. ¡Todos porno!
Horrorizaba escuchaba como seguía viendo este tipo de contenido hasta la madrugada, tuve que comprarme tapones para los oídos para poder dormir y a la semana me senté con él y le dije que no podía seguir así, ¡yo tenía que dormir!
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